
El oro lleva miles de años haciendo lo mismo: cuando todo tiembla, él se queda quieto.
Inflación, crisis, tipos de interés, burbujas… cambian los protagonistas, pero el papel del oro se mantiene: activo refugio y reserva de valor a largo plazo.
Ahora bien, “invertir en oro” no es solo comprar una moneda y guardarla en un cajón.
Tienes tres caminos muy distintos para poner el oro a trabajar en tu patrimonio:
Comprar oro físico (lingotes y monedas).
Invertir en ETFs o ETCs de oro que replican su precio.
Comprar acciones de empresas mineras de oro con potencial de subida extra.
Cada vía tiene sus reglas, costes, riesgos y ventajas.
Si tu objetivo es hacer crecer tu patrimonio en 5 años, entender estas diferencias no es opcional: es tu primera decisión estratégica.
Vamos a verlo paso a paso.
1. Oro físico: el metal en tus manos

El oro físico es la forma más “pura” de invertir en oro:
tienes el metal en la mano, sin depender de bancos ni emisores financieros.
Son lingotes y monedas que:
Representan un activo tangible, que puedes tocar y guardar.
Han mantenido poder adquisitivo durante siglos, incluso en guerras, hiperinflaciones y crisis bancarias.
No dependen de la solvencia de ningún gobierno ni empresa: no hay riesgo de crédito.
Son aceptados casi en cualquier país y se pueden vender en multitud de establecimientos especializados.
Eso sí, esta seguridad tiene un precio.
Costes y problemas reales del oro físico
Cuando compras oro físico:
Pagas una prima sobre el precio spot del oro.
En monedas pequeñas puede ir fácilmente al 2–4% extra.
Asumes spreads (diferencia entre precio de compra y de venta) del 2–5% aproximadamente.
Necesitas un lugar seguro:
Cajas de seguridad de bancos o empresas especializadas.
Seguros para cubrir robo o pérdida.
Servicios de custodia profesional que suelen cobrar entre 0,1% y 0,5% anual.
Y luego están los riesgos físicos:
Robo o extravío del metal.
Costes de transporte.
Verificación de autenticidad.
Trámites y papeleo al comprar y vender.
Además, hay un hecho clave que muchos olvidan:
El oro físico no genera ingresos.
No paga intereses ni dividendos. Solo vale más (o menos) según suba o baje su precio.
Fiscalidad del oro físico en España
A nivel fiscal, el oro de inversión (lingotes de alta pureza y determinadas monedas) tiene algunas ventajas importantes:
No paga IVA en la compra.
Pero cuando lo vendes, la ganancia tributará como ganancia patrimonial en el IRPF.
Las plusvalías entran en la base del ahorro, con tipos aproximados entre el 19% y el 27%, según el tramo.
La compra puede estar sujeta al Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP), a cargo del comprador.
Y si tu patrimonio total es elevado, tu oro puede computar en el Impuesto sobre el Patrimonio al superar los mínimos exentos.
Conclusión: el oro físico es ideal como reserva de valor y seguro patrimonial, pero no tanto como motor de crecimiento.
Ventajas del oro físico
Propiedad real y total: el oro es tuyo, no un apunte contable.
Cobertura histórica ante crisis, devaluaciones e inestabilidad.
Liquidez global: se puede vender en muchísimos países y mercados.
Desventajas del oro físico
Costes elevados: primas al comprar, spreads al vender, custodia y seguro.
Sin ingresos periódicos: no genera intereses ni dividendos.
Riesgos físicos: robo, pérdida, transporte, autenticación, burocracia.
2. ETFs y ETCs de oro: invertir en oro desde el móvil

Oro vs SP500 durante los últimos 5 años.

